
¿Por qué te obsesionas con personas que ya tienen pareja? La razón te sorprenderá
Esta es la verdadera razón por la que podrías sentir una atracción persistente hacia personas comprometidas. Descubre todos los síntomas del síndrome de Fortunata.

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El amor puede convertirse en un motor de vida o en una trampa emocional. En ocasiones, los vínculos afectivos adoptan formas disfuncionales que generan sufrimiento en lugar de bienestar.
Un ejemplo de ello es el llamado síndrome de Fortunata, una dinámica que se manifiesta en quienes desarrollan vínculos obsesivos o idealizados con personas casadas o comprometidas.
Lejos de ser una elección consciente o fortuita, asumir el rol de amante responde, en muchos casos, a patrones emocionales inconscientes.
Así lo sostienen especialistas en salud mental como la psicóloga Victoria Almiroty, quien señala que estas personas no siempre se enamoran de quien está comprometido, sino de lo que esa relación simboliza: deseo sin compromiso, un vínculo aparentemente controlable y altamente idealizado.
“Muchas veces no se ama a la persona en sí, sino lo que representa: una relación parcial, con distancia emocional, que permite evitar el miedo al abandono total”, explica Almiroty.
Este comportamiento se conoce como síndrome de Fortunata en alusión a la protagonista de la novela Fortunata y Jacinta (1887) de Benito Pérez Galdós.
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En la historia, Fortunata se enamora de Juan Santa Cruz, un hombre casado, con quien mantiene una relación clandestina. A pesar de sus intentos por consolidar el vínculo, él nunca abandona a su esposa, Jacinta. La protagonista persiste en la ilusión de ser la legítima, incluso tras casarse con otro hombre.
En palabras de Almiroty, “Fortunata no solo ama a un hombre casado: sostiene una espera y una ilusión romántica en paralelo a su invisibilización. El deseo se instala en lo inaccesible”. Este mecanismo emocional no distingue género, aunque social y culturalmente se ha analizado más en mujeres.
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Desde el psicoanálisis, el fenómeno se interpreta como una repetición de vínculos afectivos con figuras inaccesibles o ausentes, un eco de la infancia que se proyecta en las relaciones adultas.
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La psicóloga Carina Mitrani señala que “este patrón suele estar vinculado a relaciones tempranas con cuidadores que no ofrecieron disponibilidad emocional, generando una búsqueda inconsciente de reparar esa carencia”.
Estudios en el campo de la psicología vinculan este comportamiento con la dependencia emocional. Según investigaciones revisadas por la Universidad de Granada, la dependencia emocional puede estar relacionada con el apego inseguro y la baja autoestima, factores que llevan a algunas personas a involucrarse repetidamente en relaciones asimétricas o imposibles.
Más allá del deseo, quienes experimentan el síndrome de Fortunata suelen involucrarse en una competencia emocional con la pareja “oficial”. Este componente competitivo refuerza la obsesión y la necesidad de validación, transformando la relación en una batalla simbólica por el reconocimiento.
Este patrón afectivo no debe entenderse como una patología clínica en sí misma, sino como un fenómeno psicológico que puede abordarse desde la psicoterapia.
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“El trabajo terapéutico consiste en identificar los guiones emocionales que llevan a estas repeticiones, y construir nuevas formas de vincularse desde el deseo propio, no desde la carencia”, sostiene Almiroty.
El síndrome de Fortunata revela cómo la historia personal se entrelaza con las elecciones afectivas. No se trata solo de amor, sino del modo en que cada persona busca —y a veces confunde— afecto, atención y pertenencia.
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