Vecinos del barrio Jorge Eliécer Gaitán llegaron hasta la vivienda donde vivían Armando Alaguna y María Lozano, la misma casa que Héctor Rubiano, de 76 años, llevaba más de dos años reclamando como suya. La comunidad, cansada de lo que consideraban un abuso contra un adulto mayor, presionó hasta lograr que la propiedad volviera a manos del dueño legítimo.
El camino que llevó a este momento no fue corto. Una de las hijas de Héctor fue quien decidió organizar plantones y protestas pacíficas. Ella, junto a decenas de residentes del sector, reclamaba que el hombre que trabajó toda su vida para comprar esa casa no podía seguir esperando indefinidamente.
Las imágenes de la comunidad reunida frente al inmueble, sin moverse hasta que los arrendatarios salieran, se hicieron virales.
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Según el periodista Juan Carlos Villani, de Séptimo Día, quien siguió el caso desde el inicio, “Héctor recuperó su casa gracias a la unión ciudadana”. Esa frase resume todo: vecinos, familiares y hasta personas que no conocían a Héctor se sumaron para respaldar a un adulto mayor que llevaba años denunciando un supuesto intento de despojo por parte de sus inquilinos.
La historia se remonta a 1984, cuando Héctor, campesino de Turmequé, logró comprar la casa tras décadas de trabajo como agricultor. Más tarde la puso en arriendo mientras seguía viviendo en Boyacá. En 2009 ingresaron los arrendatarios que, con el tiempo, pasaron de pagar cumplidamente a generar sospechas sobre una supuesta intención de quedarse con el inmueble.
Se apropiaron en totalidad de la casa de don Héctor Rubiano
La familia cuenta que todo empezó a cambiar entre 2022 y 2023. Dejaron de pagar, se volvieron esquivos y, lo más grave, sacaron a las hijas de Héctor del tercer piso y cambiaron la chapa. Mientras tanto, los rumores crecían: que la casa era de ellos, que estaban moviendo papeles, que ya ni reconocían a la familia como dueña.
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La situación se complicó aún más cuando Héctor interpuso una demanda de restitución y, en respuesta, María Leonilde Lozano presentó un proceso de pertenencia alegando llevar 30 años como dueña del inmueble. Esto, a pesar de que existe un contrato de arriendo firmado en 2009 y las escrituras están a nombre de Héctor desde hace más de tres décadas.
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La justicia avanzaba lento. Tanto así que, según contaron sus hijas, el adulto mayor tuvo que vender su finca para seguir adelante con la defensa. Sin embargo, la comunidad no permitió que la historia terminara allí. La presión social creció hasta que, este puente festivo, los arrendatarios salieron definitivamente del lugar.
El conmovedor regreso de Héctor Rubiano a su hogar recuperado
Horas después de que la casa quedara libre, un video publicado por una de las hijas del adulto mayor empezó a conmover profundamente a los usuarios. En la grabación se ve a Héctor llegando en moto, con una mezcla evidente de nervios y alegría. Apenas se baja, avanza hacia la entrada como quien no cree lo que está a punto de vivir.
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Al cruzar la puerta ocurre lo que ya tiene miles de comentarios. Héctor se detiene, mira alrededor como reconociendo cada rincón, y rompe en llanto. Su hija lo abraza mientras él cae de rodillas, agradecido porque lo que parecía imposible finalmente sucedió. Entre lágrimas repite que su único anhelo era dejarles su casa a sus hijas, y ese deseo hoy volvió a tener sentido.
En los cuartos, en la sala y hasta en el patio, se ve a Héctor tocando paredes, moviendo sillas, revisando lo que por años sintió perdido. No habla mucho: solo deja salir la emoción contenida de un proceso largo y agotador. Su reacción ha generado miles de mensajes de apoyo, especialmente de adultos mayores que se identifican con su lucha.
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