Los sujetos, que introdujeron al mercado más de 500 millones de pesos falsos, adornaban el altar con manzanas y botellas de licor para invocar espíritus que, según ellos, los protegerían de las autoridades, según las investigaciones.
“Allí se hacía un culto a la santa muerte y lo usaban como protección para seguir su labor ilegal”, dijo, Flor Cañón, investigadora de la Dijín.
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