El expresidente de Perú, Alberto Fujimori, falleció el miércoles a los 86 años en su residencia en Lima, donde se encontraba recuperándose tras un tratamiento contra el cáncer de lengua.
Fujimori, quien había sido excarcelado en diciembre de 2023 mediante un indulto humanitario debido a su deteriorado estado de salud, murió dejando un legado controversial que marcó profundamente la historia reciente del país andino.
La noticia de su muerte fue anunciada por sus hijos, Keiko, Hiro, Sachie y Kenji Fujimori, en la red social X (anteriormente Twitter). En un mensaje conjunto, expresaron: “Después de una larga batalla contra el cáncer, nuestro padre, Alberto Fujimori acaba de partir al encuentro del Señor. Pedimos a quienes lo apreciaron nos acompañen con una oración por el eterno descanso de su alma. ¡Gracias por tanto, papá!”.
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Un historial médico complicado
Fujimori, quien gobernó Perú desde 1990 hasta el 2000, enfrentó durante los últimos años de su vida una serie de complicaciones de salud que se sumaron a los efectos de su prolongada reclusión.
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El diagnóstico de cáncer de lengua en 2010 marcó el inicio de un periodo de severos problemas médicos, lo que llevó a múltiples intervenciones quirúrgicas y a un monitoreo constante de su condición.
Además del cáncer, el expresidente también padeció hipertensión, taquicardia, problemas gástricos, y en 2016 sufrió una gastritis hemorrágica que requirió su hospitalización.
A lo largo de la última década, Fujimori tuvo que enfrentarse a varias crisis de salud que preocuparon a su entorno cercano. En 2014, un leve infarto cerebral le dejó secuelas en el brazo izquierdo, lo que agravó aún más su estado de salud.
En 2021, fue sometido a una intervención cardíaca debido a una obstrucción arterial, otro golpe a su ya frágil condición. Su médico de confianza, Alejandro Aguinaga, detalló en varias ocasiones sobre los tratamientos necesarios para estabilizar su salud, destacando la gravedad de los padecimientos que lo aquejaban.
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El final de un polémico líder político
Fujimori pasó sus últimos días en la residencia de su hija Keiko, ubicada en el distrito de San Borja, bajo estricta vigilancia médica. La decisión de concederle un indulto humanitario en 2023 estuvo motivada por el deterioro continuo de su salud, que había convertido su estadía en prisión en un riesgo para su vida.
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A pesar de su excarcelación, su estado de salud no mejoró, y finalmente, el 11 de septiembre de 2024, falleció en su hogar, rodeado de sus seres queridos.
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