La región de Grindavík, en el suroeste de
La radiotelevisión pública islandesa RUV ha destacado que la grieta detectada en Grindavík sigue ensanchándose y moviéndose, lo que añade a la creciente inquietud. Dos de los sismos registrados recientemente superaron la magnitud 2, aunque se consideran menores en comparación con eventos anteriores. Sin embargo, la situación ha llevado a las autoridades de Grindavík a evacuar la ciudad, permitiendo que algunos residentes recuperen sus pertenencias, mientras otro grupo tendrá acceso hoy.
Benedikt Ófeigsson, de la Oficina Meteorológica de Islandia (IMO), ha indicado que existe una alta probabilidad de que el magma bajo Grindavík se haya acercado a la superficie, posiblemente a unos 500 metros. Este acercamiento se refleja en el aumento de los niveles de dióxido de azufre (SO2) en la atmósfera, que, según Ófeigsson, es una señal de la proximidad del magma, ya que el SO2 se libera del magma solo cerca de la superficie, en el kilómetro superior.
Ante el riesgo inminente de erupción, las autoridades islandesas han tomado medidas preventivas, construyendo barreras de protección contra la lava de 6 a 8 metros de altura alrededor de la planta eléctrica de Svartsengi y la famosa Laguna Azul, un balneario geotermal en la zona. El cierre de la Laguna Azul se ha extendido al menos hasta el 30 de noviembre. Se estima que los trabajos de construcción de las barreras podrían durar entre 30 y 40 días, según informes del medio digital islandés Visir.
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La población local permanece en alerta, mientras las autoridades monitorean de cerca la situación sísmica y volcánica en Grindavík. La probabilidad de una erupción volcánica sigue siendo considerada alta, y los residentes se preparan para posibles evacuaciones adicionales si la actividad sísmica y volcánica continúa intensificándose.
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