Ketia Moponda, originaria de Inglaterra, había iniciado su licenciatura en marketing y publicidad en Leicester, con sueños de convertirse en modelo y una vida activa por delante.
Sin embargo, a solo una semana de comenzar este nuevo capítulo en septiembre de 2024, la joven de 19 años sintió los primeros signos de enfermedad, que erróneamente atribuyó a un resfriado común o la conocida "gripe de novatos" (freshers’ flu). Sus síntomas iniciales incluían fatiga y una tos persistente.
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Una noche, mientras cenaba, Ketia sintió una somnolencia profunda, tomó un medicamento y se acostó. Al día siguiente, su estado empeoró. Durante el día, llamó a su prima y a su mejor amiga, confesando a esta última que sentía que "iba a morir".
Al no reportarse con su amiga al día siguiente, la universidad fue alertada. Un compañero y personal de seguridad forzaron la entrada a su dormitorio y encontraron a Ketia inconsciente. Fue trasladada de urgencia a la UCI del hospital Leicester Royal Infirmary.
El diagnóstico fue: septicemia meningocócica, una infección bacteriana grave que rápidamente derivó en meningitis bacteriana y, finalmente, sepsis.
La enfermedad meningocócica es una infección bacteriana que se propaga mediante la saliva o la mucosidad, afectando las membranas que cubren el cerebro y la médula espinal (meninges), además del torrente sanguíneo.
El deterioro de la salud de Moponda fue drástico. Al llegar al hospital, su nivel de oxígeno en sangre era apenas del 1 por ciento, sus órganos estaban fallando y la falta de circulación adecuada se hacía visible.
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Ketia recordó más tarde el testimonio de los médicos: “Mis órganos estaban fallando, y los médicos le dijeron a mi familia que si despertaba, probablemente tendría muerte cerebral”.
Además, sus pies presentaban un fuerte cambio de coloración; ella misma describió que sus pies estaban "verdes e hinchados".
Para preservar su vida, los doctores indujeron un coma. Durante este tiempo, la falta de flujo sanguíneo provocó la necrosis de sus extremidades. La joven universitaria fue sometida a varias operaciones de salvamento, que culminaron en enero de 2025 con la amputación de ambas piernas, justo debajo de la rodilla, y la extirpación de los diez dedos de sus manos.
Ketia, quien no tiene memoria de gran parte de la terrible experiencia, despertó del coma dos días después. “Me desperté de la operación y no paraba de llorar. Sentí que mi vida apenas comenzaba y de repente tenía que empezar de nuevo de forma distinta”, compartió.
Durante su tratamiento, incluso contrajo una infección de bacterias carnívoras en los glúteos, que fue tratada con un injerto de piel de sus muslos.
Fue dada de alta en febrero. En mayo, le fueron colocadas prótesis en la parte inferior de sus piernas. Actualmente, Moponda está en un centro de rehabilitación en Wolverhampton, donde su progreso ha sido notable, ya que ha logrado caminar sin ayuda.
Moponda está enfocada en retomar sus metas y usa su experiencia para inspirar a otros jóvenes. “Planeo romper todas las barreras de la discapacidad y quiero que otros aprendan a sentirse seguros de quiénes son”.