
Este lunes 21 de abril, el mundo amaneció con la noticia del fallecimiento del papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano de la historia. Jorge Mario Bergoglio, nacido en Buenos Aires un 17 de diciembre de 1936, murió a los 88 años en la residencia de la Casa Santa Marta, en el Vaticano. Su muerte pone fin a más de una década de pontificado que cambió el tono, la imagen y el rumbo de la Iglesia Católica.
Desde su elección el 13 de marzo de 2013, Francisco se ganó la atención del mundo por su estilo pastoral sin protocolos exagerados, sus gestos hacia los más necesitados y, especialmente, por los testimonios de personas que aseguran haber presenciado verdaderos milagros tras un encuentro con él.
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Los milagros que le habrían atribuido al papa Francisco
Uno de los casos más recordados ocurrió en 2014. Una pareja estadounidense viajó a Roma con su hija Ave, una bebé con síndrome de Down que también sufría de una delicada afección en el corazón. Aquel día, en medio de la multitud, uno de los agentes de seguridad del Vaticano tomó a la niña en brazos y la acercó al Papa. Francisco la besó, la bendijo y continuó su camino.
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Lo que parecía un acto de cariño más, tomó un giro inesperado semanas después: cuando los padres regresaron a Estados Unidos y llevaron a Ave al control médico de rutina, los cardiólogos notaron que una de las dos perforaciones en su corazón había desaparecido por completo, y la otra había disminuido de tamaño.
Para su madre, Lynn, no hubo dudas. El gesto del Papa había marcado un antes y un después. “Su mano estuvo sobre su corazón” , dijo la mujer, convencida de que presenció algo extraordinario.
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Un año más tarde, en 2015, durante su visita a Paraguay, Francisco caminó por los pasillos del hospital pediátrico Acosta Ñu. Varios padres contaron, días después, que sus hijos comenzaron a mostrar mejoras inesperadas en su salud. Aunque no se emitieron reportes oficiales al respecto, los testimonios de quienes estuvieron presentes siguen circulando entre los fieles como una señal de algo más allá de lo evidente.
Pero no todo quedó en Sudamérica. En 2021, durante una audiencia general en el Vaticano, un niño italiano con autismo y epilepsia se robó la atención del público al acercarse al Papa y, sin pedir permiso, subirse a la tarima donde él estaba sentado.
Se trataba de Paolo Bonavita, quien además estaba siendo evaluado por un posible tumor cerebral. El pequeño no solo jugó con el Pontífice en plena audiencia, sino que también intentó quitarle el solideo. El momento fue grabado y compartido en redes sociales, pero para su madre no fue solo una anécdota graciosa.

Poco tiempo después del encuentro, los resultados médicos de Paolo dieron un giro inesperado: no se detectaron rastros del tumor. Además, empezó a tener más autonomía en actividades cotidianas que antes no lograba realizar.
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La madre aseguró que su hijo, ese día, subió solo las escaleras del escenario, tropezó, se levantó y se acercó al Papa como si lo conociera de toda la vida. “Estoy convencida de que el Señor estuvo con él ese día”, dijo.
Aunque el Vaticano nunca confirmó oficialmente estos hechos como milagros, los relatos siguen vivos entre los creyentes que aseguran que Francisco no solo fue un líder espiritual cercano, sino también un canal de fuerza inexplicable.
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