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Le palpitaba el estómago y médicos hallaron algo terrible; el síntoma que no debes ignorar

Un hombre consultó por una extraña pulsación en el abdomen y médicos hallaron una condición que requiere vigilancia estricta. Aquí te explicamos qué encontraron y por qué es tan delicado.

Le palpitaba el estómago y médicos descubrieron algo terrible
Le palpitaba el estómago y médicos descubrieron algo terrible
/Foto: IA

Un hombre de 83 años llegó a consulta contando que, desde hace años, sentía el abdomen “latir” como si tuviera un corazón extra. No era una sensación pasajera. Después de comer o hacer fuerza, el movimiento se volvía más intenso, y en las últimas semanas se sumó un dolor sordo que ya no lo dejaba tranquilo.

Aunque seguía trabajando en construcción, tenía un historial que venía ignorando: quince años de aterosclerosis y colesterol alto sin control, cigarrillo diario durante décadas y una alimentación cargada de carnes rojas. Le habían formulado atorvastatina y aspirina, pero admitió que las tomaba “cuando se acordaba”. Con todo eso, el terreno estaba listo para complicaciones vasculares.

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En el examen físico parecía estable: presión arterial de 130/70 mm Hg, corazón a 65 latidos por minuto y oxígeno al 99%. Pero al auscultarlo, los médicos escucharon sibilancias pulmonares relacionadas con su larga historia de tabaco. El verdadero punto de alerta apareció al palpar el abdomen: una masa pulsátil anormal y un soplo vascular claro, señales que apuntaban a un problema arterial serio.

La ecografía despejó cualquier duda. La aorta abdominal, la arteria principal del cuerpo, estaba dilatada a 4.4 centímetros, cuando lo normal no supera los 3 cm. Dentro se veían depósitos adheridos a las paredes, compatibles con acumulación de grasa y material trombótico de años. Esa era la razón de las pulsaciones que sentía: un aneurisma de aorta abdominal, una dilatación peligrosa que puede crecer sin producir síntomas claros.

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Hallaron algo terrible tras exámenes de sangre

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Los exámenes de sangre reforzaron todo el panorama: colesterol total en 243 mg/dL, triglicéridos en 204 mg/dL y una lipasa ligeramente elevada. Nada que explicara un cuadro agudo, pero sí un escenario de riesgo continuo.

Los médicos descartaron otras posibilidades. La pancreatitis no encajaba porque la lipasa no estaba tan alta. La isquemia mesentérica, que normalmente causa dolor desproporcionado, tampoco coincidía: su molestia era crónica, no severa. El detalle que amarró todo fue la pulsación abdominal, un signo clásico cuando la aorta se dilata más de lo debido.

Con la ecografía, el diagnóstico quedó firme. Aunque aún no alcanzaba el tamaño crítico de 5.5 cm, su caso entró directamente a vigilancia vascular estricta. Controlar la presión, dejar el tabaco y ajustar la alimentación serían claves para frenar el crecimiento. Según especialistas, aneurismas entre 4 y 4.9 cm tienen un riesgo de ruptura entre 0.5% y 5% al año, y ese número sube drásticamente si superan los 5.5 cm.

La sensación que él describía como “un latido raro” resultó siendo la señal silenciosa de una dilatación peligrosa. Detectarla a tiempo evitó que avanzara hacia un evento que, en la mayoría de los casos, no da segunda oportunidad.