Detectar a tiempo el autismo puede marcar una gran diferencia en el desarrollo de un niño. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y múltiples estudios clínicos, los primeros signos pueden aparecer incluso antes de los dos años de edad, y una identificación temprana permite iniciar intervenciones que mejoran significativamente la calidad de vida. Aunque cada caso varía, hay señales comunes que pueden servir de alerta y que los padres deben observar con cuidado.
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1. Poca respuesta al entorno social
Uno de los primeros signos que notan muchos padres es que el niño parece no responder a su nombre, incluso cuando ya debería hacerlo según su edad. También puede evitar el contacto visual, mostrar poco interés en juegos de imitación o no buscar compartir emociones con los demás. Por ejemplo, un niño con autismo podría no señalar para mostrar algo que le emociona o no seguir con la mirada cuando otro señala algo.
2. Retrasos en el lenguaje o formas inusuales de comunicarse
El desarrollo del lenguaje suele ser más lento o diferente. Algunos niños no hablan en absoluto, otros repiten constantemente las mismas palabras o frases sin contexto (lo que se conoce como ecolalia), o utilizan un tono de voz poco común. Además, pueden tener dificultades para iniciar o sostener una conversación y no usar gestos típicos como saludar con la mano o asentir con la cabeza.
3. Comportamientos repetitivos e intereses restringidos
Mover las manos de forma repetitiva (aleteo), girar objetos sin parar, seguir rutinas estrictas o angustiarse si se cambia el orden de las cosas son conductas que pueden estar presentes. También pueden enfocarse intensamente en un solo tema o actividad, como aprender de memoria los nombres de los trenes o ver la misma escena de una película una y otra vez.
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4. Hipersensibilidad o baja respuesta a estímulos
Muchos niños en el espectro autista reaccionan de forma intensa a luces, sonidos, texturas o sabores. Un ruido que para otros puede pasar desapercibido, como una licuadora, puede causarles molestia o angustia. En contraste, hay quienes parecen no sentir dolor o no reaccionan ante estímulos que normalmente generarían alguna respuesta.
5. Dificultades para jugar de forma simbólica o con otros niños
El juego en niños con autismo suele ser diferente: pueden alinear juguetes en lugar de jugar con ellos simulando situaciones. También es común que prefieran jugar solos y les cueste compartir o turnarse. En el jardín o en reuniones familiares, pueden aislarse o no mostrar interés en relacionarse con otros niños de su edad.
Reconocer estas señales no significa hacer un diagnóstico por cuenta propia, pero sí es una razón válida para consultar con un pediatra, neurólogo infantil o especialista en desarrollo. Detectar el autismo a tiempo permite acceder a terapias que ayudan al niño a potenciar sus habilidades y mejorar su calidad de vida. Cada niño es único, y con el acompañamiento adecuado, puede desarrollarse y comunicarse de muchas formas.