La figura de José Alfredo Jiménez, más conocido como 'El Rey', era un poeta incluso en su vida cotidiana, cuidando siempre las formas y manteniendo la elegancia que la genética parece haber transmitido a su hijo.
Esta naturaleza poética se evidencia no solo en sus letras, sino también en las cerca de 45 cartas que la familia conserva, escritas a su esposa durante las giras, así lo contó en exclusiva para La Kalle, en El Klub.
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En aquellos años, las llamadas de larga distancia y los telegramas eran sumamente costosos, obligando al artista a comunicarse a través de misivas que, según su hijo, eran escritas de manera muy poética.
En un pasaje particularmente triste, Jiménez le confiesa a su esposa: "Vieras qué triste salir a los teatros y verlos vacíos, pensar que tal vez yo solo nací para escribir canciones para que otros triunfen".
Esta desazón ocurría porque, si bien sus canciones ya eran famosas gracias a intérpretes como Pedro Infante y Jorge Negrete, él apenas iniciaba su carrera como artista. No obstante, siempre mantuvo la frente en alto, declarando: "Ni modo tenemos que andar con la cara levantada aunque el corazón lo estemos pisando".
El final de la vida de José Alfredo Jiménez estuvo marcado por serios problemas de salud. Padeció de una hepatitis que fue mal cuidada en su juventud.
Aunque la cultura popular lo asocia inmediatamente con el tequila, se aclara que Jiménez era aficionado al whisky, prefiriendo la marca Old Parr, y lo consumía con agua, agua mineral, Coca-Cola o Ginger Ale.
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Esta afición, combinada con la hepatitis mal tratada, condujo al desarrollo de la cirrosis hepática.
Es importante destacar que la cirrosis no se asocia invariablemente con el consumo de alcohol; de hecho, una de las hijas de José Alfredo Jiménez Medel también desarrolló cirrosis debido a la metástasis de un cáncer, y el propio Jorge Negrete falleció a causa de cirrosis sin ser bebedor.
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A pesar de su condición, el maestro ya había preparado su despedida de manera pública. Consciente de que su salud estaba comprometida y que le quedaba poco tiempo, escribió su última canción, "Gracias", con motivo de sus 25 años de carrera artística (desde 1947 hasta 1972).
En esta obra, que no estaba dirigida a una mujer ni era un corrido, le agradecía profundamente a su audiencia: "De veras muchas gracias por haberme aguantado tanto tiempo... y yo siento que todavía me quieren".
Una de las frases más significativas de esa canción era: "Yo he ganado más aplausos que dinero", un mensaje que su hijo considera uno de los más grandes que un artista puede dedicar a un fan.
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La despedida personal con su familia ocurrió en un contexto de gran dificultad. José Alfredo Jiménez se encontraba hospitalizado en la Clínica Londres.
Las normas del hospital impedían el acceso a menores de 10 años, pero los médicos, sabiendo que el compositor no se levantaría, otorgaron un permiso especial a sus hijos: Marta (8 años) y José Alfredo Jiménez Medel (7 años).
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El recuerdo de ese último encuentro es vívido y doloroso. Los niños ingresaron y vieron a su padre conectado a suero. La conversación fue breve y contundente.
Cuando su padre los vio, preguntó: "¿Qué pasó, papá? ¿Por qué no fueron a la escuela?".
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Ellos respondieron que habían venido a saludarlo y a estar con él. En ese instante, José Alfredo Jiménez les dio la respuesta que se convertiría en su última profecía: "No se preocupen, ya el viernes nos vamos todos de aquí".
José Alfredo Jiménez Medel no recuerda si ese encuentro fue un lunes o un martes, pero la fecha se cumplió de manera escalofriante. El viernes 23 de noviembre, al filo de las 9:15 de la mañana, el ícono de la música ranchera falleció.
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