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El vallenato de despecho que no volverás a dedicar al saber su verdadera historia

Durante décadas este clásico vallenato de Los Chiches Vallenatos, inmortalizado por Amín Martínez, es el refugio de corazones rotos, creyéndose una balada de amor olvidado o decepción sentimental.

El vallenato de despecho que no volverás a dedicar al saber su verdadera historia
El vallenato de despecho que no volverás a dedicar al saber su verdadera historia
Foto: Tomada de Spotify

En la tradición vallenata la recordada canción 'Solo pienso en ti' trasciende el ámbito romántico, pues se gestó en medio de las montañas y los coloridos, aunque conflictivos, paisajes del Catatumbo.

El autor detrás de este éxito es José Antonio Moya, un compositor oriundo de Murillo, Magdalena, que creció en Agustín Codazzi, Cesar, y es responsable de otros clásicos como "Tierra mala" y "Un solo cuerpo".

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Moya no buscó la inspiración en sus propias cuitas amorosas, sino en el dolor tangible de una familia amiga mientras residía en el municipio de Convención, Norte de Santander.

Convención, históricamente, fue una zona marcada por el conflicto. En ese contexto de tensión a finales de la década de 1990, un hecho golpeó la vida de unos amigos muy cercanos al compositor: su pequeña hija, de aproximadamente seis años, perdió la vida.

Historia de la canción 'Solo pienso en ti' de Los Chiches Vallenatos

El propio Moya relató en entrevistas que el hecho ocurrió mientras la familia realizaba una diligencia rutinaria. Necesitaban lavar el automóvil, por lo que se dirigieron a la estación de servicio conocida como La Cadena, ubicada en la parte alta de Convención.

Mientras los familiares compraban algo en la tienda de enfrente, la niña se quedó esperando dentro del vehículo estacionado. En ese preciso instante, se desató un atentado en la zona, y en medio del caos, una bala alcanzó a la niña, causándole la muerte.

La inspiración para plasmar este dolor en una obra musical surgió de la observación de la madre de la niña. Moya notó, durante sus visitas a la familia, que la progenitora siempre compartía alguna historia o anécdota relacionada con su hija fallecida.

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Esta recurrencia de recuerdos llevó al compositor a una profunda reflexión sobre el duelo humano. "Me puse a analizar cómo es el cerebro cuando uno pierde un ser querido y empiezan a venir todos los recuerdos, hasta detalles que a veces uno piensa que ha olvidado", explicó Moya.

Fue bajo esta perspectiva, utilizando la dolorosa experiencia de la pequeña como marco, que escribió la canción, concibiéndola como "la angustia de quien ha perdido un ser querido".

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De hecho, un análisis minucioso de la letra confirma la verdadera naturaleza del tributo. Los versos se centran en los recuerdos tras la partida de una “niñita de risa tierna”, lo que claramente se alinea con el relato de la pérdida infantil.

La potencia emocional de la composición no pasó desapercibida. El tema cautivó a Amín Martínez, fundador de Los Chiches Vallenatos, quien decidió grabarla y la inmortalizó con su voz en 1998. La canción formó parte del álbum Canciones de Primavera de Discos Fuentes.

La relación entre Moya y la agrupación era cercana y profesional; de hecho, Moya había sido bajista del grupo en algún momento. Martínez recordó que le gustó inmediatamente la pieza por ser de su "estilo" y, tras someterla a arreglos con el acordeonero Neder Ramos, la canción se convirtió en un éxito a nivel nacional.

A pesar de su éxito, la confusión sobre el verdadero significado fue inmediata y perduró en el tiempo. Amín Martínez relató que, desde el inicio de la promoción en radio, la gente preguntaba si se trataba de una decepción amorosa.

Incluso hoy, el artista señala que la historia se volvió viral en redes sociales porque el público busca conocer la verdad detrás del mito.

José Antonio Moya, quien además de esta obra se inspira en fragmentos bíblicos y parábolas como la del sembrador y el hijo pródigo para crear temas como "No pude olvidarte", encontró en "Solo pienso en ti" su legado más impactante.

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Años después de que la canción resonara por todo el país, el compositor tuvo un encuentro fortuito que reafirmó el propósito de su obra. Corría el año 2006 y Moya, que residía en Bucaramanga, visitaba la casa de unos amigos. Allí se hospedaba la abuela de la pequeña fallecida, quien había llegado de Convención por motivos de salud.

Tras una conversación, la abuela reconoció a Moya y le confesó ser la pariente de la niña. Entre la nostalgia y la alegría, la mujer le dio las gracias al compositor. Le reveló que, lejos de reabrir la herida, la canción había llegado a la familia como una "dosis de fortaleza" que les ayudó a sobrellevar su inmenso dolor.