El Cementerio del Sur de Bogotá se convierte cada lunes en escenario de una de las tradiciones más arraigadas y misteriosas de la capital: el lunes de velas, un ritual que mezcla fe, promesas y respeto hacia las llamadas almas olvidadas. Desde hace décadas, este lugar recibe a creyentes que llegan con velas, flores y oraciones para pedir favores, dar gracias o cumplir promesas que, según cuentan, no se pueden incumplir.
La creencia más conocida dice que quien encienda una vela a las almas del Cementerio del Sur debe hacerlo durante nueve lunes consecutivos, sin fallar ninguno. No importa si llueve, truena o si el frío de la noche hace dudar: faltar un solo lunes puede tener consecuencias. Según los devotos, las almas se sienten ofendidas cuando alguien no cumple con la promesa, y eso puede traducirse en mala suerte o en que los favores pedidos no se cumplan.
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Los asistentes aseguran que el secreto está en la constancia. Cada lunes, desde las seis de la tarde, el camposanto se llena de luces, oraciones y un silencio particular que se mezcla con el murmullo de quienes rezan a las ánimas benditas. La mayoría llega con una petición en mente: conseguir trabajo, sanar una enfermedad, traer paz al hogar o resolver problemas económicos.
El ambiente dentro del cementerio cambia completamente esos días. Las velas de distintos colores iluminan los pasillos y las lápidas. Cada color tiene su propio significado: las blancas representan la paz y la pureza; las amarillas, la prosperidad; las rojas, la fuerza y el amor; y las moradas, el arrepentimiento.
Algunos creyentes aseguran que deben llevar agua o flores, como símbolo de limpieza espiritual y gratitud. Otros escriben el nombre de la persona a quien desean ayudar o de quien piden intercesión. Las oraciones se repiten una y otra vez, mientras los rezanderos dirigen las novenas a las almas benditas, especialmente entre las 6:00 p.m. y las 9:00 p.m.
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Qué pasa si no se cumple la promesa
Entre los creyentes, el miedo a “romper la promesa” es tan grande como la fe con la que inician el ritual. Se dice que si una persona promete asistir los nueve lunes y deja de hacerlo, las almas pueden manifestar su descontento de distintas formas: desde sueños inquietantes hasta una racha de infortunios.
Por eso, quienes empiezan el recorrido lo hacen con compromiso. Algunos aseguran que sienten una especie de “llamado” para regresar, incluso si intentan no hacerlo. Otros afirman que el noveno lunes siempre trae un cambio visible: el cumplimiento de una petición o una sensación de alivio.