Kristy Carless, una mujer de 33 años, es la principal acusada de apagar la vida de su expareja, Louis Price, también de 33 años y padre de seis hijos, en un ataque ocurrido durante la madrugada del pasado 25 de diciembre en el condado de Staffordshire.
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De acuerdo con lo expuesto por la fiscalía, Carless se encontraba celebrando la Nochebuena en un bar cuando una amiga le mostró la cuenta de su expareja en una conocida aplicación de citas.
Presa de celos y alterada por el consumo de alcohol y cocaína, Carless abandonó el lugar y, en lugar de quedarse a dormir en casa de un amigo como tenía previsto, decidió regresar a su vivienda en Cannock. Poco después, tomó un taxi hasta la casa de los padres de Price, ubicada en Norton Canes.
El fiscal Jonas Hankin detalló que Carless llegó al lugar alrededor de las 3:00 de la mañana. Armada con un a arma blanca de más de 30 centímetros, la mujer ingresó al domicilio y apuñaló repetidamente a Price en el pecho, alcanzando su corazón.
El hombre, gravemente herido, logró huir hasta una vivienda vecina en busca de auxilio, pero finalmente falleció debido a la gravedad de las heridas.
La relación entre Carless y Price, que comenzó en 2021, era descrita por las autoridades como "disfuncional, abusiva y altamente volátil".
Según el fiscal, el vínculo estaba marcado por continuos episodios de ruptura y reconciliación. De hecho, solo un mes antes del fatal ataque, Carless ya había sido arrestada tras un intento de estrangulamiento contra Price. En aquella ocasión fue liberada bajo fianza.
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Los mensajes de texto enviados por Carless el día anterior al asesinato también fueron presentados en el tribunal como prueba del estado emocional de la acusada. “Te odio... desearía que estuvieras muerto”, escribió, lo que, según la fiscalía, demuestra premeditación y un claro deseo de causar daño.
El caso ha sido seguido de cerca por medios británicos como el Daily Mail, que reportaron que Price había sido considerado por la policía como una persona “en riesgo muy alto de sufrir abuso doméstico”.
Durante su comparecencia ante la corte, Carless negó haber tenido la intención de asesinar a su expareja y rechazó los cargos de portar un arma ofensiva en público, así como el cargo anterior por estrangulamiento.
La defensa argumentó que su clienta actuó en un estado de alteración emocional, aunque el ministerio público sostuvo que las acciones estuvieron motivadas por celos intensos, exacerbados por el consumo de sustancias.
“Su comportamiento simplemente refleja su personalidad volátil y agresiva”, afirmó el fiscal Hankin, subrayando la peligrosidad del patrón de conducta mostrado por la acusada.
El caso ha reabierto el debate sobre la atención a víctimas de violencia doméstica y los mecanismos de protección disponibles, sobre todo cuando las advertencias ya estaban registradas por la policía.
La investigación sigue en curso mientras Carless permanece bajo custodia. La comunidad local se encuentra conmocionada por un crimen que, más allá del horror de la fecha, revela una historia trágica de celos, violencia y desprotección.
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