La historia de la pequeña Giovanna Morales Álvarez, una niña venezolana de apenas cuatro años, ha conmovido a la comunidad migrante y a cientos de personas en Chile. Lo que parecía ser un procedimiento rutinario para descartar complicaciones médicas terminó en una tragedia que hoy mantiene a sus padres en una batalla legal y mediática para exigir respuestas.
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El 13 de agosto de 2024, Giovanna fue trasladada desde el Hospital de Curicó hasta el Hospital de Talca, en la región del Maule, para practicarse una resonancia magnética bajo anestesia. De acuerdo con su padre, Geomar Morales, la pequeña entró al procedimiento “caminando y hablando”, pero nunca volvió a despertar.
De una cirugía sencilla a una tragedia inesperada
El calvario de la familia comenzó semanas antes, en julio de 2024, cuando Giovanna fue intervenida quirúrgicamente de amígdalas y adenoides en la Clínica FUSAT de Rancagua. Aunque la cirugía fue ambulatoria, poco después la niña empezó a mostrar signos extraños: dificultad para coordinar sus movimientos, conocida como ataxia.
Ante la preocupación, fue hospitalizada y sometida a diferentes pruebas, entre ellas una punción lumbar y un escáner, pero los resultados no arrojaron un diagnóstico certero.
Los médicos plantearon la posibilidad de una infección postoperatoria o incluso un tumor, por lo que ordenaron una resonancia magnética con sedación. Ese examen, según los padres, marcó el punto de quiebre.
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“Nunca volvió a despertar”
El traslado en ambulancia al Hospital de Talca parecía una medida preventiva para contar con equipos más especializados. Sin embargo, una vez iniciada la anestesia, la niña no reaccionó. Desde la sala de espera, su madre notó el movimiento apresurado del personal médico y la llegada de equipos de emergencia. Minutos más tarde, fue informada de que su hija había sufrido una complicación grave y que estaba en coma inducido.
Giovanna no volvió a despertar. El diagnóstico posterior fue encefalopatía hipóxico-isquémica, es decir, daño cerebral irreversible producto de la falta de oxígeno en el cerebro.
Los médicos señalaron como posible causa un factor genético: un gen mitocondrial heredado de la madre. No obstante, Geomar Morales rechazó esa hipótesis, asegurando que la verdadera razón fue la mala administración de la anestesia y una hipoxia no monitorizada.
Tras la denuncia de los padres, las autoridades sanitarias chilenas iniciaron una investigación para determinar qué ocurrió dentro de la sala de resonancia. La familia, por su parte, presentó evidencia y solicitó la revisión de otros especialistas para comprobar que la muerte de Giovanna se debió a un error en la sedación y no a un problema genético.