Con voz entrecortada y aún en un shock emocional por el accidente ocurrido en carreteras de Antioquia, en el que fallecieron 16 de sus compañeros y el conductor del bus, el joven Nicolás Ochoa Vahos, uno de los 20 sobrevivientes sacó fuerzas para recordar y narrar lo sucedido aquella madrugada de dolor.
En entrevista con medios de comunicación el joven expresó sentirse afortunado de la vida al haber podido salir vivo de una caída de más de 60 metros en medio de la oscuridad; además relató los momentos de angustia que vivió desde el momento en que se percató del incidente en el que perdió a 16 de sus compañeros del colegio Liceo Antioqueño de Bello, durante el regreso de la excursión.
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El siniestro ocurrió cuando el bus regresaba a Medellín tras una excursión de grado en Tolú. En el vehículo viajaban cerca de 40 personas. Nicolás, quien cumplió 18 años el pasado 3 de octubre, asegura que le pidió a Dios y a su papá que no lo dejaran morir y después de este episodio “volvió a nacer”.
“Sentí el vacío y comenzamos a gritar”
Según su testimonio, el accidente ocurrió de manera repentina. “Íbamos en una recta y de la nada sentí un cambio impresionante en la dirección. Los que venían dormidos empezaron a gritar cuando sintieron el vacío. Yo cerré los ojos y pensé que me iba a morir”, recordó.
Al caer al vacío Nicolás dice que no recuerda qué pasó, pero luego del fuerte impacto contra el suelo abrió los ojos y se dio cuenta de que seguía con vida, aunque atrapado por grandes troncos que le impedían moverse. "Estaba herido, con el rostro cubierto de sangre y un fuerte dolor" que, sumado a la adrenalina, lo mantuvo inmóvil durante varios minutos.
Luego de unos minutos el joven identificó que estaba por encima de donde terminó el bus, cubierto por troncos y escuchando los gritos de auxilio de sus compañeros desde el fondo del abismo. A pesar de las heridas, logró liberarse y, junto a otros dos estudiantes, comenzó a ascender por la ladera, en medio de la maleza, la neblina y la oscuridad.
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“Me agarré de un tubo de desagüe y subí como pude”, contó. Una vez en la carretera, se desplomó por la pérdida de sangre y el agotamiento, mientras esperaban ayuda. Según su relato, pasaron más de dos horas sin que llegaran los organismos de socorro.
“Había carros y motos que pasaban, se llevaban las manos a la cabeza y seguían. Eso me dolió mucho”, dijo. Las ambulancias, según indicó, comenzaron a llegar cerca de las 5:00 a.m.
Finalmente el recién graduado fue auxiliado y alcanzaron a salvar su vida gracias a que las heridas no fueron de gravedad; además, aunque no hay certeza oficial, el joven atribuye su supervivencia a la ubicación que llevaba en el bus y que, al parecer, al momento del impacto habría sido la zona menos golpeada.
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Nicolás Ochoa cuenta que decidió sentarse en una de las sillas de la parte delantera del bus y lamenta que su amigo Mateo Castaño, quien iba sentado a su lado, minutos antes del siniestro se pasó a la parte de atrás y falleció debido a que gran parte del impacto fue sobre esa zona del automotor.
Nicolás fue trasladado inicialmente al Hospital de Remedios y luego remitido al Hospital Pablo Tobón Uribe, donde fue dado de alta sin presentar fracturas. Sin embargo, la herida más profunda es emocional.
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“De siete que íbamos de mi salón, solo nos salvamos dos. Murieron cinco, entre ellos Mateo, mi mejor amigo”, dijo. Recordó incluso que minutos antes del accidente habían hablado de regresar juntos a casa al llegar a Bello.