
La oficina, ese espacio que muchos consideran su segundo hogar, podría ser también el epicentro de una realidad incómoda : la mayoría de las infidelidades matrimoniales tienen su punto de partida allí.
Así lo sostiene el Dr. John Delony, especialista en salud mental y Doctor en orientación psicológica, quien asegura que "el 85% de las relaciones extramatrimoniales se inician en el ámbito laboral."
Según explicó Delony en el podcast Front Row Seat with Ken Coleman, factores como la cercanía cotidiana, la confianza que nace de la colaboración profesional y las largas horas compartidas, abren la puerta a vínculos emocionales que, con el tiempo, pueden cruzar los límites de la amistad.
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"Ver todos los días a una persona, compartir metas, frustraciones, triunfos… eso crea una intimidad emocional que muchas veces excede lo laboral, " señaló el experto.
Y es justamente esa intimidad, sumada a expectativas irreales sobre lo que debe ser una pareja ideal, la que puede motivar a algunos a buscar fuera del matrimonio lo que sienten que no encuentran dentro.
Delony advierte que el modelo actual de relación de pareja exige demasiado: "Se espera que el otro sea amante, mejor amigo, socio, confidente y compañero de aventuras. Esa presión es insostenible para cualquier relación humana."
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La tesis del especialista se ve reforzada por datos concretos. Una encuesta realizada por la plataforma británica RANT Casino reveló que uno de cada cinco participantes admitió haber sido infiel con un compañero de trabajo. El estudio, basado en miles de testimonios, también identificó los sectores más propensos a estas situaciones.
Áreas donde hay mayor infidelidad
En primer lugar se ubican quienes trabajan en ventas, con un 14,5% de confesiones. Este rubro, caracterizado por su dinamismo y constante interacción interpersonal , parece ofrecer el terreno fértil para que las relaciones laborales traspasen la línea.
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Le siguen docentes (13,7%) y personal sanitario (12,5%), dos profesiones en las que el trabajo en equipo, la carga emocional y las extensas jornadas favorecen la cercanía entre colegas.
Más allá del dato frío, el fenómeno plantea una reflexión más profunda sobre la forma en que concebimos las relaciones afectivas y el equilibrio entre vida personal y profesional.
Tal como concluye Delony, el problema no es el trabajo en sí, sino la falta de conciencia emocional sobre los vínculos que construimos: “No se trata de culpar al entorno, sino de aprender a establecer límites saludables.”
En una época en la que la línea entre lo profesional y lo personal es cada vez más difusa, entender cómo se gestan las conexiones emocionales se vuelve clave para protege r los vínculos más importantes: los que se construyen fuera de la oficina.
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