Durante todo el año, miles de personas, especialmente enamorados y solteros, recurren a San Antonio de Padua con la esperanza de encontrar el amor o pedir un favor en asuntos del corazón.
Su figura es un símbolo de fe y esperanza para muchos, y su imagen es común tanto en iglesias como en hogares alrededor del mundo.
Sin embargo, la devoción hacia este fraile franciscano, nacido como Fernando de Bulhões en Lisboa en 1195, ha dado paso a una serie de rituales que, si bien son populares, la Iglesia considera alejados de la verdadera fe.
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Una de las prácticas más extendidas y curiosas es la de voltear la figura de San Antonio de cabeza. Pero una variante más reciente, que parece ganar terreno, consiste en esconder la imagen del Niño Jesús que el santo lleva en brazos, prometiendo devolverla solo cuando el "milagro" del amor se cumpla.
A estas se suman otras costumbres como ofrecer 13 monedas en su fiesta o escribir cartas detallando las cualidades de la pareja ideal.
¿Quién fue San Antonio?
San Antonio de Padua fue un fraile franciscano, canonizado apenas un año después de su muerte en 1231 debido a los numerosos milagros atribuidos a su intercesión.
Fue un predicador elocuente y un gran conocedor de las Escrituras, que dedicó su vida a difundir la fe y ayudar a los necesitados. Además de ser el patrón de los objetos perdidos, es ampliamente invocado para encontrar pareja.
La presencia del Niño Jesús en sus brazos se asocia con un relato en el que, mientras oraba, se le apareció el propio Niño Jesús. Su impacto fue tal que San Buenaventura decía: "Acude con confianza a Antonio, que hace milagros, y él te conseguirá lo que buscas", y León XIII lo llamó "el santo de todo el mundo".
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¿La Iglesia Católica está de acuerdo con poner a San Antonio de cabeza?
La Advertencia de la Iglesia La popularidad de San Antonio y sus rituales de amor ha generado una preocupación importante en la Iglesia Católica. Según el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) en su numeral 2111, la superstición es "una desviación del culto debido al Dios verdadero".
El problema surge cuando se otorga una importancia "mágica" a ciertas prácticas, incluso a oraciones o sacramentales que son legítimas.
Poner al santo de cabeza, esconder al Niño Jesús, ofrecer 13 monedas o escribir cartas, con la idea de "obligar" al santo a conceder un favor amoroso, es considerado por la Iglesia como una caída en la superstición y posiblemente en la idolatría.
Santo Tomás de Aquino explica que la superstición ocurre cuando se ofrece culto divino "a quien no se debe, o a quien se debe, pero de un modo impropio".
El error radica en confiar en la materialidad del acto sin la necesaria disposición interior, atribuyendo a una imagen o a un santo un poder que no posee.
La fe católica enseña que ni la Santísima Virgen ni los santos realizan milagros por sí mismos; es Dios quien obra los milagros a través de su intercesión. Los santos, íntimamente unidos a Cristo, interceden por nosotros ante el Padre, presentando los méritos adquiridos en la tierra para ayudar a nuestra debilidad.
La superstición, además, puede derivar en idolatría, que el Catecismo describe como una tentación constante de la fe, al "divinizar lo que no es Dios", colocando a una imagen o a un santo en el lugar que solo le corresponde "al único Señorío de Dios".