El humor de Ibrahim Salem, conocido por su audacia y su incursión en el humor negro, trascendió, por lo cual en los micrófonos de El Klub de la Kalle, reveló que llegó a un punto de no retorno cuando una serie de chistes sobre el atentado a la Escuela de Cadetes General Santander provocó una amenaza de muerte directa contra su madre.
La polémica se desató después de que Ibrahim Salem hiciera chistes con relación al atentado, donde hacía referencia a los "policías acostados" y la frase de que "el chiste se iba a ir en bombas". Provocaron una serie de críticas. Aunque Ibrahim inicialmente no entendía por qué debía disculparse, pues no fue él quien puso la bomba, la repercusión fue inmensa.
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El comediante relata que las amenazas no se quedaron solo en él. Su madre recibió llamadas de números ocultos, advirtiéndole que algo grave le pasaría a su hijo. La llamada más impactante, sin embargo, fue la de su propia madre, quien, entre lágrimas, le hizo una petición que nunca antes le había hecho: no regresar a casa, pese a que esta siempre le pedía llegar temprano. "Váyase, no vuelva por acá, aquí lo van a buscar, lo van a perseguir", le dijo su madre.
¿Cómo cambió Ibrahim Salem tras esta experiencia?
Ibrahim Salem tras ver a su madre llorando por el miedo, fue el catalizador para que dijera "no más" a la imprudencia en su humor. Para él, la amenaza más fuerte no fue la que recibió directamente, sino la que afectó a su madre, una persona inocente.
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En la entrevista, el comediante comparó la injusticia de que su madre fuera víctima de esto con "caerle a la mujer de un narco", destacando la falta de culpa de ella, en esta situación. Al punto que Ibrahim no se encontraba en Colombia, sino que vivía en México, una circunstancia que al inició no se percatara de sus palabras, pero tras oír todo lo sucedió decidió cambiar.
Desde México, recibió advertencias serias. Un coronel, le escribió para advertirle que tuviera cuidado, pues un grupo interno había recibido la orden de judicializarlo si lo encontraban, dejándolo "quemadísimo" en el medio. Curiosamente, y en un giro que revela las complejidades internas, militares de bajo rango lo invitaban a sus shows y lo aplaudían, expresando que lo que hizo estaba bien.
Hoy, Ibrahim ha cambiado su enfoque, priorizando la tranquilidad y la seguridad de su familia. Su objetivo ahora es provocar risas. La experiencia de la amenaza a su madre se ha convertido en un recordatorio constante del poder de las palabras.
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