El 27 de octubre, antes de que los altares se llenen con flores de cempasúchil y velas para los seres queridos humanos, llega uno de los momentos más especiales del Día de Muertos en México: el día en que se recuerda a las mascotas que ya partieron.
Cada año, miles de familias colocan la foto de su perrito, su gato o incluso su ave en pequeñas ofrendas decoradas con amor, un gesto simboliza el cariño eterno y la creencia de que, aunque ya no están físicamente, sus espíritus regresan a casa por una noche para reencontrarse con quienes los amaron en vida.
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Este año, una mujer compartió un video que conmovió profundamente a las redes. En las imágenes, se observa su altar adornado con flores naranjas, velas encendidas y la fotografía de su perrito fallecido. De pronto, algo extraordinario ocurre: una ligera brisa mueve las velas, una luz parpadea y hay un sonido suave entre el silencio.
Ella asegura que, en ese preciso momento, su mascota le dio una señal. El video se viralizó rápidamente, generando miles de reacciones de personas que afirmaron haber vivido experiencias similares.
Muchos usuarios escribieron mensajes llenos de empatía: “Los animales también tienen alma”, “Ellos nos siguen cuidando desde donde estén”, o “Mi perrito también vino a verme esa noche”. En una fecha donde las emociones florecen, el testimonio de esta mujer recordó a todos que el amor no termina con la muerte, solo cambia de forma.
El Día de Muertos, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, es una celebración que combina fe, amor y memoria. En México, el 27 de octubre se reserva especialmente para los “fieles compañeros”, aquellos animales que fueron parte de la familia y dejaron huellas imborrables en el corazón de sus dueños.
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En cada altar se colocan sus juguetes, un poco de su comida favorita y velas que iluminan el camino para que encuentren su regreso. Para muchos, este acto no es solo una tradición, sino una manera de sanar la pérdida, de sentir que ese vínculo que alguna vez unió corazones y patas sigue vivo más allá del tiempo.
Y aunque algunos lo atribuyen a la casualidad o a la fuerza del recuerdo, para quienes han amado a una mascota, no hay duda: ellos regresan, aunque sea por un instante, para recordarnos que nunca se han ido del todo.
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