
Mujer se aplicó químico en los ojos para cumplir su sueño de ser ciega: "Me dolió"
La historia de Jewel Shuping sorprende al mundo al conocerse que desde niña soñaba con ser invidente y durante años hizo hasta lo imposible para lograr quedar ciega.

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Una extraña historia llama la atención en todo el mundo al conocerse el caso de Jewel Shuping, una mujer estadounidense que aunque nació con una visión perfecta siempre quiso ser ciega y se preparó desde su niñez para ser invidente.
Se trata de la historia de Jewel Shuping, nacida en Carolina del Norte (Estados Unidos), quien genera conmoción y debate en todo el mundo debido a que, a diferencia de la mayoría de personas que consideran la pérdida de la vista como una tragedia, ella creció con el deseo de no ver.
En una entrevista con Barcroft TV Shuping aclaró que padecía un raro trastorno psicológico llamado Trastorno de Identidad de la Integridad Corporal (BIID, por sus siglas en inglés). Esta condición lleva a las personas a sentir que una parte de su cuerpo no corresponde con lo que realmente son, y en muchos casos se manifiesta en el deseo de tener una discapacidad. En su caso, la obsesión fue la ceguera.
La mujer cuenta que desde los tres años le gustaba jugar en lugares oscuros y simulaba ser invidente. Con el paso del tiempo, comenzó a usar gafas negras, bastón y hasta aprendió braille. Incluso, a los seis años intentó dañar sus ojos mirando fijamente al sol durante horas, pese a las advertencias de su madre sobre los riesgos.
En su juventud la idea de vivir como ciega se intensificó. A los 20 años ya dominaba el braille y su vida giraba en torno a la construcción de una identidad ligada a la invidencia. Por momentos se basaba en sus gafas y bastón y realizaba todas sus labores sin ver.
En 2006, con 21 años, la mujer buscó ayuda profesional. Sin embargo, lo que parecía un intento de tratamiento psicológico para llevar su trastorno terminó de manera polémica. Según su propio testimonio, la psicóloga que la atendía aceptó colaborar en su deseo de ser ciega y aplicó en sus ojos un químico corrosivo: limpiador de desagües.
“Me dolió, déjame decirte. Mis ojos gritaban y el líquido bajaba por mi mejilla, quemándome la piel. Pero todo lo que podía pensar era: ‘Me estoy quedando ciega, todo va a estar bien’”, contó Shuping.
El ojo izquierdo sufrió derretimiento corneal y el derecho desarrolló glaucoma, cataratas y cicatrices irreversibles; y aunque su objetivo parecía un fracaso ya que no quedó ciega sino con serios daños durante seis meses, finalmente su vista se fue deteriorando hasta perderla por completo.
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La mujer sabía que la provocación de su ceguera no iba a ser bien vista por nadie, por eso intentó esconderla y decirle a su familia que se trató de un accidente el cual no le creyeron; meses después salió la verdad a la luz y esto provocó una ruptura en la que sus seres queridos se alejaron de ella. Pese a ello, Jewel asegura no arrepentirse. Por el contrario, sostiene que, al quedar ciega, sintió por primera vez que su identidad coincidía con su cuerpo.
“Realmente siento que esta es la forma en que se suponía que debía nacer, que debería haber sido ciega de nacimiento”, afirmó.
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Su entonces prometido, que sí era ciego de manera natural, se convirtió en uno de sus principales apoyos. En entrevistas posteriores, Shuping insistió en que, aunque entiende las críticas, no se considera “loca”, sino una persona con un trastorno que la llevó a tomar una decisión radical.
El caso de Jewel Shuping ha sido estudiado por especialistas en salud mental como un ejemplo extremo del BIID. Mientras algunos expertos consideran que se trata de una condición que merece más investigación y comprensión, otros cuestionan la actuación de la psicóloga que participó en el procedimiento.
Hoy, más de 15 años después de aquel episodio, su historia sigue causando impacto y planteando preguntas sobre los límites de la identidad, la salud mental y las decisiones personales.