La mañana de un día de 1998, la tranquila capital del Vaupés, Mitú, se transformó en un escenario de guerra y desolación bajo el asalto del "Mono Jojoy" y su Frente Oriental de las FARC. Cerca de dos mil guerrilleros irrumpieron en la población, ejecutando un ataque de una magnitud y ferocidad que dejó la ciudad "totalmente destruida".
Pero más allá de la infraestructura arrasada, fue la pérdida de vidas humanas lo que marcó profundamente a Pinchao y a toda una nación.
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type="text/html" data-cms-ai="0">John Frank Pinchao destapa momento más doloroso de su secuestro: "Los primeros 7 años"
Dieciséis policías que defendían la ciudad cayeron en el fragor del combate. Sin embargo, la crueldad no se detuvo ahí. El testimonio de Pinchao, compartido en El Klub de La Kalle, detalla un acto: dieciséis civiles fueron brutalmente asesinados.
Estos ciudadanos, ajenos al conflicto armado, fueron sacados del pueblo, sus manos atadas a la espalda, sus ojos vendados, y ejecutados a sangre fría "a las afueras del pueblo".
Un total de 32 almas, entre defensores y no combatientes, vieron su vida truncada, para Pinchao, simboliza la máxima expresión de la barbarie de las FARC.
El asalto a Mitú fue también el preludio de un extenso y doloroso cautiverio para decenas de uniformados. Como resultado de este ataque, sesenta y un policías fueron secuestrados.
Entre ellos, dieciséis eran auxiliares de policía bachilleres, jóvenes que apenas iniciaban su vida profesional, cumpliendo funciones sociales y que fueron arrancados de sus hogares para ser sumados al grupo de cuarenta y cinco policías regulares.
Este secuestro masivo, que incluyó a John Frank Pinchao, condenó a muchos a años de suplicio. Mientras algunos, como él, soportaron ocho años y medio de cautiverio, otros, como el general Mendita, sufrieron la inimaginable cifra de trece años de privación de libertad.
Las condiciones del secuestro que siguieron al asalto a Mitú pintan un cuadro de deshumanización y constante amenaza. Los secuestrados dormían en el piso, sobre tablas o en hamacas, en cualquier lugar que el día les deparara. La comida era "precaria", apenas suficiente para sobrevivir.
Para John Frank Pinchao, el recuerdo de Mitú y los años de secuestro no son meras anécdotas del pasado. El "fallo del día de hoy" de la JEP, que impone sanciones a exlíderes de las FARC consideradas blandas, no solo es "desgarrador" sino "incoherente".
Pinchao lo califica como una "revictimización y una humillación", una bofetada a las víctimas, pues la idea de que los responsables de tales crímenes sean "premiados con 10 curules en el Congreso", "presupuesto para proyectos supuestamente productivos" y que se les mande "a sembrar flores", es una afrenta a la justicia y una burla al sufrimiento que causaron.
Para él, la justicia colombiana es "blandengue" y debería ser "reestructurada" o, en su defecto, que los responsables "paguen con la libertad" en instancias internacionales como la Corte Penal Internacional.
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