La idea de recuperar la libertad se gestó en la mente de John Frank Pinchao desde el primer día de su secuestro, convirtiéndose en una constante obsesión. Sin embargo, la materialización de este sueño se vio constantemente obstaculizada y aplazada por la tortuosa dinámica de las "negociaciones entre el gobierno y las FARC".
Este "vaivén" de esperanzas y desengaños, de promesas de "sí, ya vamos a negociar la libertad de los secuestrados" seguidas por el amargo "no, que se cayó la negociación", mantuvo a los cautivos en un limbo de incertidumbre durante "muchos años".
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La esperanza se convertía en una cruel herramienta de control, desgastando la moral de los prisioneros.
El impulso decisivo para concretar un plan de escape surgió de una trágica reconfiguración del panorama del secuestro. Tras una "operación militar" que los obligó a huir de uno de sus campamentos, las FARC reorganizaron los grupos de secuestrados.
Esta medida, lejos de ser un acto de piedad, buscaba evitar que, en futuras operaciones, "tuviesen que apagarle la vida a todos".
Este sombrío contexto se dio después de una serie de "muchas vidas apagadas" de políticos y militares en cautiverio, entre los que se contaron los "diputados del Valle", el "gobernador de Antioquia con su asesor de paz", el "capitán Quintero", el "general Edgar Duarte Duarte", el "capitán Castro", el "compañero Luis Fernando Peñabonilla", "Marolanda" y "Martínez".
Estos crímenes, aunque no todos frente a sus ojos, sentaron un precedente escalofriante y reforzaron la idea de que la libertad debía ser tomada, no esperada.
Fue después de una exhaustiva y extenuante "larga caminata que la llamamos la caminata de la muerte" que John Frank Pinchao se encontró en un nuevo grupo de secuestrados. Este grupo estaba conformado por "dos políticos, Luis Eladio Pérez, senador, y la candidata presidencial Ingrid Betancur, seis militares y dos policías conmigo".
En este nuevo ambiente de desesperación compartida, Pinchao forjó una amistad profunda con Ingrid Betancur, una relación que perdura hasta el día de hoy. Betancur, con su historial de cuatro intentos de fuga fallidos, era una veterana en la lucha por la libertad, y su experiencia y determinación fueron inspiradoras.
Con la confianza consolidada, Betancur invitó a Pinchao a preparar una nueva huida. Así, ella protagonizaría su quinto intento de fuga, y Luis Eladio Pérez, el primero. Aunque Pinchao participó activamente en la planificación, "no pude ir en esa" por razones no especificadas.
El plan se puso en marcha, y por cinco días, Betancur y Pérez lograron evadir a sus captores, saboreando una efímera libertad.
Sin embargo, el destino les jugó una cruel pasada. Luis Eladio Pérez comenzó a sufrir "problemas médicos" que los obligaron a "pedir auxilio a unos pescadores". Lo que parecía ser un golpe de suerte se convirtió en una traición devastadora: "resulta que los pescadores eran guerrilleros disfrazados de pescadores".
Los secuestrados fueron recapturados y "traen nuevamente al campamento". Este doloroso revés, esta traición, los llevó a "desistir de fugarnos" por un tiempo, sumiéndolos en una profunda desesperación.
La selva, que había sido su vía de escape, se cerró sobre ellos con un nuevo velo de desconfianza.
No sería sino hasta el año 2006 que la idea de una fuga se reorganizaría, esta vez con la determinación de concretarla. Pinchao, Betancur y Pérez planearon una vez más su huida. Sin embargo, el destino tenía un giro inesperado para ellos. El día en que John Frank Pinchao logró escapar, Betancur y Pérez no pudieron acompañarlo, ya que "estaban castigados".
La razón del castigo, según Pinchao, fue que Ingrid había "tratado mal a un guerrillero porque el guerrillero le había tratado mal en la noche", y "por cualquier acción" los guerrilleros solían castigarlos, en este caso, "una cadena al cuello y amarrados a un árbol por semanas o meses".
A pesar de esta separación forzada, Pinchao se fue con un compromiso "de que quien se fuese a la libertad trabajara por la libertad de quienes habían quedado dentro".
Este compromiso lo cumplió, y su información fue crucial para la posterior "Operación Jaque" que liberó a Betancur y Pérez, cerrando un capítulo de lucha y perseverancia que, para John Frank Pinchao, comenzó con una idea y una amarga traición, pero terminó con la libertad y la esperanza.
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