La madrugada del 14 de diciembre en el sector conocido como El Chispero, en jurisdicción de Remedios, un bus que transportaba a 39 personas —en su mayoría jóvenes recién graduados que regresaban de su excursión en Tolú y Coveñas— se precipitó a un abismo de más de 40 metros.
El saldo dejó 16 estudiantes y al conductor sin vida, mientras que otras 20 personas resultaron heridas.
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Sin embargo, tras el sepelio de Jonathan Alexander Taborda Lopera, conocido afectuosamente como "Cocacolo", la narrativa oficial fue desafiada por un testimonio que se volvió viral.
Una usuaria identificada como "Negra2705" en TikTok rompió el silencio, asegurando que Taborda no fue un conductor imprudente, sino una víctima de un sistema que lo llevó al límite.
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Según el relato de esta misteriosa mujer, Taborda habría intentado por todos los medios evitar la tragedia. La usuaria afirma que el conductor trató de reparar el vehículo con su propio dinero después de que la empresa le negara el relevo del automotor en al menos diez ocasiones.
Peor aún, sostiene que Jonathan fue amenazado con el despido si se negaba a realizar el viaje en las condiciones en las que se encontraba el bus.
La revelación más impactante se refiere a la decisión de viajar durante la noche. Según la mujer no fue un acto de negligencia, sino una medida de protección ante las alertas que circulaban sobre un posible paro armado de 72 horas.
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"Tenías miedo de amanecer y exponer a esos niños a un reclutamiento, secuestro o una masacre", expresó la usuaria en su mensaje, calificando a Taborda como un "guerrero" que prefirió arriesgarse en la vía antes que dejar a los jóvenes a merced de grupos ilegales sin recursos para costear días adicionales de hospedaje.
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Este testimonio también ofrece una explicación técnica a comportamientos que inicialmente parecieron sospechosos.
El hecho de que el bus circulara con la puerta de ingreso y las escotillas abiertas se habría debido a que, al no funcionar el aire acondicionado, los vidrios se empañaban por completo, impidiendo la visibilidad.
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Además, la defensa del conductor sostiene que la velocidad era mínima, basándose en que el vehículo no saltó al vacío, sino que se deslizó por la montaña, dejando un rastro de destrucción que, a una velocidad superior a 100 km/h, no habría dejado sobrevivientes.
A pesar de la defensa emocional en redes sociales, las investigaciones de la Superintendencia de Transporte pintan un panorama sombrío sobre el estado del vehículo de la empresa Precoltur.
El superintendente Alfredo Piñeres reveló que el automotor no cumplía ni siquiera con el 20 % de los requisitos técnico-mecánicos legales. Las inspecciones detectaron fallas críticas en el sistema de frenos, la suspensión, llantas en mal estado y la ausencia total de cinturones de seguridad y salidas de emergencia.
Incluso, se descubrió que el bus ya había protagonizado siniestros con heridos en los años 2021 y 2023. Pese a este historial, el vehículo había sido avalado por el Centro de Diagnóstico Automotor (CDA) Servisuper, entidad que ahora enfrenta una suspensión preventiva de seis meses junto a la empresa de transportes.
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Por otro lado, los registros de GPS contradicen parcialmente la versión de la baja velocidad, indicando que, segundos antes del accidente, el bus superaba los límites permitidos.
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