Felipe Hernández, un reconocido comerciante de ropa de lujo en Murcia, España, vivió sus últimos minutos de una manera tan impactante que todavía hoy se habla del caso en todo el vecindario. El 19 de julio, cuando el reloj marcaba una tarde normal de trabajo, el local se convirtió en el escenario de un ataque que nadie vio venir… al menos hasta que las cámaras de seguridad lo captaron todo.
Ese día, Felipe, de 65 años, atendía como de costumbre. Su negocio, ubicado en plena Calle Mayor de Molina de Segura, recibía a clientes habituales. Entre la rutina de saludos y ventas, entraron dos personas que él conocía demasiado bien: su hijo Felipe, de 35 años, y su hija Rosario, de 31.
Puedes leer: Inocente expresión del hijo de Miguel Uribe al llegar al funeral de su padre; besó el ataúd
No hubo presentaciones ni palabras de cortesía. Las imágenes muestran cómo se dirigieron directamente hacia su padre, lo empujaron, lo derribaron y comenzaron a propinarle golpes y patadas mientras estaba en el suelo. No era una pelea improvisada: parecía que habían llegado con un objetivo claro.
Felipe intentó defenderse, pero la violencia fue tal que quedó con el rostro ensangrentado y visiblemente aturdido. Aun así, logró incorporarse, cerrar la tienda y salir a la calle tambaleando. Allí, con lo que parecían sus últimas fuerzas, lanzó un grito que heló a los transeúntes:
"Me han pegado mis hijos".
Cruzó la vía como pudo… y se desplomó. Minutos después, falleció en medio de la carretera.
Puedes leer: Premonitorio mensaje que dejó reconocida actriz antes de fallecer: "Muchas cosas malas"
El hijo mayor rompe el silencio
En sus primeras declaraciones, el hijo mayor minimizó lo ocurrido y aseguró que solo había dado un golpe durante una discusión familiar. Sin embargo, esa versión se vino abajo cuando las autoridades revisaron las grabaciones. La secuencia era clara: no había sido un solo golpe, sino una agresión sostenida.
El acusado declaró ante medios que su madre “sufría mucho” por problemas financieros y que nunca había reclamado pensión. También dijo que su padre les había entregado “13 o 14 inmuebles” antes de separarse, intentando justificar un conflicto que, según él, venía de años atrás.
Pero el relato de José Hernández, hermano de la víctima, pintó un panorama mucho más oscuro. Aseguró que los hijos crecieron viendo cómo su madre ridiculizaba y humillaba a Felipe. Ese ambiente, según él, sembró el resentimiento que estalló el día de la agresión.
La historia tenía antecedentes. Felipe había denunciado al menos 12 veces amenazas, robos y ataques de sus propios hijos. Incluso, había recibido advertencias directas: "No vamos a parar hasta que te pase algo".
El comerciante intentaba rehacer su vida: tenía una nueva pareja, estaba cerca de la jubilación y había heredado el negocio familiar. Sin embargo, sus últimos meses se vieron marcados por un hostigamiento que terminó de la peor manera.