Una de las prácticas íntimas que mayor interés ha despertado recientemente es el conocido Beso de Singapur, una técnica de origen oriental que busca intensificar el placer mutuo.
Este método se define por la capacidad de la mujer para estimular a su pareja mediante contracciones voluntarias de los músculos de la pared interna durante la penetración.
A diferencia de otras dinámicas de la intimidad, esta práctica se basa enteramente en el control consciente del suelo pélvico, más que en movimientos externos o posturas específicas.
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Si se realiza correctamente, esta acción produce una "especie de masaje y sensación de succión" que puede generar un gran placer en ambos miembros de la pareja.
Quienes describen la práctica aseguran que no solo genera una estimulación física, sino que también tiene el potencial de reforzar la conexión entre el cuerpo y la mente.
Cada contracción, señalan, debe sincronizarse con el ritmo de la penetración para que "el placer y el control fluyan en perfecta sintonía".
¿Qué hay que tener en cuenta para realizar el beso Singapur?
El dominio del Beso de Singapur no es inmediato, sino que exige constancia y entrenamiento. La vía principal para lograr esta maestría es a través de los ejercicios de Kegel, diseñados para fortalecer la musculatura pélvica.
La especialista Raquel Graña detalla que el primer paso es aprender a identificar la musculatura interna de la vulva, algo que se logra al simular la sensación de intentar "cortar el pis". Una vez identificada esta sensación mentalmente, se lleva a la práctica contrayendo la musculatura de la orina y la pared vaginal.
Una vez que se ha aprendido a identificar y contraer la zona sin dificultad, la experta aconseja una práctica constante de los ejercicios de Kegel. Aunque la cantidad ideal varía por persona, un buen punto de partida son unas 20 repeticiones, realizadas 3 veces al día.
Tras las dos primeras semanas de entrenamiento diario, las repeticiones deben volverse más prolongadas. El procedimiento recomendado es practicar la serie "contraer - retener - soltar", manteniendo la contracción muscular durante 5 a 10 segundos antes de relajar y repetir.
Las mujeres también pueden apoyarse en herramientas como las bolas de Kegel para ejercitar el suelo pélvico y mejorar la calidad de sus experiencias íntimas.
Una vez que la práctica de control muscular ha sido dominada en solitario, se puede intentar con una pareja heterosexual durante el coito. La práctica se caracteriza por la capacidad de contraer y relajar la musculatura de forma tan controlada que se puede llegar a retener el pene.
No obstante, la experta advierte que no es una práctica erótica sencilla; si ya resulta complicado contraer la musculatura sin ayuda, es aún más difícil cuando hay un pene en el interior.
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Para que la práctica resulte satisfactoria, la comunicación juega un papel fundamental. La pareja debe indicar si siente la fuerza de las contracciones ejercidas sobre su miembro.
La especialista aconseja insistir y practicar las veces que sean necesarias, pidiendo a la pareja que comparta lo que siente. Aunque al principio pueda ser complejo, la persistencia facilita el proceso.
Para quienes perfeccionan la técnica, existe la posibilidad de avanzar aún más, combinando las contracciones internas con movimientos de cadera, si bien esto requiere de mayor pericia.
Explorar nuevas prácticas y disfrutar de una intimidad consciente es algo positivo para la pareja, ya que puede enriquecer la experiencia compartida y fortalecer el vínculo. Sin embargo, la especialista de Intimas Conexiones subraya que, como ocurre en el ámbito del erotismo, cada persona es única, y no todas las personas encuentran esta práctica placentera.