
Cuando mentir se vuelve costumbre: lo que revela la psicología sobre este comportamiento
Descubre qué hay detrás de una persona que miente constantemente y cómo lo explica la psicología.

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Cuando alguien miente de manera frecuente no siempre lo hace por maldad o por querer engañar de forma consciente. Según la psicología, este comportamiento puede tener múltiples explicaciones que van desde la necesidad de protección, hasta un patrón más complejo que afecta las relaciones con los demás.
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Los psicólogos explican que muchas personas utilizan la mentira como un mecanismo para evitar enfrentarse a la realidad. Por ejemplo, alguien que teme ser juzgado por su entorno puede preferir inventar historias que lo hagan ver mejor o que lo protejan de críticas. En este caso, la mentira funciona como una coraza para lidiar con la inseguridad.
Otro motivo común detrás de quien miente constantemente es la búsqueda de aceptación. Este tipo de persona siente que decir la verdad podría generar rechazo, así que modifica los hechos para encajar o agradar. Es lo que la psicología llama "mentiras sociales", pequeñas distorsiones que buscan encajar en el grupo, pero que con el tiempo se vuelven parte de su forma de relacionarse.
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Los expertos también hablan de la mentira como un comportamiento aprendido. Es decir, que alguien puede haber crecido en un ambiente donde las verdades incómodas se ocultaban y, con los años, lo adopta como una práctica automática. En estos casos, la mentira deja de ser una decisión puntual y se convierte en un hábito difícil de controlar.
En la psicología clínica se estudia un fenómeno llamado pseudología fantástica. Se trata de personas que inventan historias de manera compulsiva, llegando a creerse sus propias versiones. Aunque no todas las personas que mienten en exceso padecen esto, sí es una señal de alerta cuando la mentira afecta de manera seria la vida personal, laboral o familiar.
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Una persona que miente con frecuencia termina perdiendo la confianza de quienes lo rodean. La psicología resalta que esto genera un círculo vicioso: la persona miente para no ser rechazada, pero justamente esa costumbre es lo que deteriora sus vínculos. El impacto emocional en amigos, pareja o familia es inevitable, y en muchos casos termina en aislamiento.
Algunos psicólogos también plantean que, aunque las mentiras constantes suelen tener raíces en inseguridad o miedo, es posible trabajar en la autoestima y la gestión emocional para reducirlas. Con terapias adecuadas, la persona puede aprender a enfrentar la realidad sin necesidad de disfrazarla.
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