Hace 40 años en Armero, un pueblo completo desapareció bajo el lodo y las cenizas del Nevado del Ruiz, pero para muchos el desastre empezó antes del estruendo.
Jesús Otálora, relata que la noche de la tragedia comenzó con una pelea: “estábamos peleando cuando todo se empezó a mover”, dijo.
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Ese conflicto, que al principio pensaba que era una discusión común, desató otros acontecimientos. Durmió a su hija de 4 años y salió para el teatro, dejando a su familia en casa sin saber que podía pasar lo peor.
"Salí a las 9:30 de la noche, cuando ya había azufre, cuando ya había ceniza, cuando había una mancha negra en el cielo que nos cubría” explicó.
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Cuando Jesús regresó a su barrio: “en las horas de la noche cuando se presentó esto yo me acosté a dormir con mi madre porque estaba peleado con mi mujer. Entonces, no pude salvarla a ella. Yo me fui para la casa fue cuando a las 11:30 ya había explotado el volcán".
Fue entonces cuando el volcán había entrado en erupción y el pueblo quedó atrapado sin aviso.
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De esta manera, la esposa de Jesús murió en medio de la avalancha, la niña desapareció y él quedó con el dolor del silencio y la incertidumbre, pues no supo llorarla, no pudo despedirse y quedó a la espera de respuestas.
Jesús Elí Otálora, sobreviviente de la tragedia de Armero en 1985, habló sobre la pérdida de su esposa y su hija en la avalancha. Aseguró que "estábamos listos y preparados para la muerte sin saber cómo nos podíamos defender".
— Noticias Caracol (@NoticiasCaracol) November 13, 2025
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“Estábamos listos y preparados para la muerte sin saber cómo nos podíamos defender”, confesó Jesús. No se alcanzaba a imaginar levantarse al día siguiente después de ver cómo la noche se tragaba todo lo que él tenía. Creándole un remordimiento de por vida, pues aun se sigue lamentando por lo sucedido, afirmando que no le bastó con sobrevivir.
Desde entonces no solo lleva la memoria de lo que vivió, sino de lo que pudo evitar y se pregunta que si las cosas hubieran sido distintas o si al menos hubiera atendido ese conflicto, hubiera hecho algo, un gesto diferente, quizá ella estaría viva.
Como la historia de Jesús, muchas familias siguen sin cerrar heridas. El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar abrió el famoso “libro rojo” que permitirá reseñar los niños desaparecidos aquella noche.
Él pide a quienes leen su experiencia que no olviden, "Que los segundos importan, los gestos cambian vidas y las discusiones pueden resignificar destinos". Porque en Armero la naturaleza no dio tregua, pero también fue la vida cotidiana la que definió quién saldría y quién quedaría.
Jesús lo repite con dolor cada vez que habla, la pelea fue el detalle que marcó su vida para siempre, sumándose a las cientos de historias contadas y por contar acerca de los recuerdos, los nombres sin confirmar y los familiares que nunca recibieron respuesta.
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